El poder y la presencia del Espíritu Santo

The Official Publication of the Church of God of Prophecy

Mientras que el pueblo judío estaba celebrando Pentecostés, recibiendo la ley y en la fiesta de las primicias, los seguidores de Jesús se reunieron en una habitación para orar y buscar la guianza, confianza y dirección de Dios. De seguro habrán pasado muchos interrogantes por sus mentes: ¿Por qué vino Jesús a ganar sus corazones y después morir, resucitar, hacer muchas apariciones y ascender al cielo ante sus ojos? ¿Qué debían hacer después? Si oraban fervientemente, ¿regresaría Él a darles algo sobre el cual testificar? Él les dijo que esperaran en Jerusalén. También les dijo que fueran por todo el mundo a predicar el evangelio. Es difícil para usted y para mí imaginar la situación de este primer grupo de testigos y verdaderos amigos de nuestro Señor. Habían atravesado los peores y mejores momentos. Sin duda estaban físicamente cansados, mentalmente fatigados y espiritualmente desconcertados. Sin embargo, en medio de todas estas condiciones, ellos eran los primeros frutos de la Vid Verdadera, –Jesús– bellamente formada y llena de fruto.

Hechos 2:2-4: “Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen”.

Este pasaje es un testimonio de la presencia y el poder del Espíritu Santo sobre estos creyentes. Es importante decir que todos los que estaban en esa habitación llegaron a conocer al Espíritu Santo física y espiritualmente. Así como la presencia y el poder del Espíritu Santo exhibían un derramamiento de lo que estaba dentro de los primeros frutos de Cristo, hoy día Él quiere exhibir la gloria del fruto maduro que se ha convertido en el precioso vino siendo derramado sobre las naciones. El Espíritu Santo mora en nosotros, así como moró en aquéllos que experimentaron las primicias de Pentecostés. ¿Estamos listos para que se manifieste la presencia y el poder del Espíritu Santo? El viento y el fuego mencionados en Hechos 2, son evidencia de la santa presencia y el poder de Dios, a través del Espíritu Santo, dado al mundo. Echemos un vistazo a cada uno.

El viento

            El sonido del viento en la naturaleza es variado y asombroso hasta el punto de ser espeluznante a veces. Cualquier persona que ha estado en un cañón empedrado sabe que el eco entre las rocas es un sonido hermoso. Asimismo la brisa del mar, el movimiento de los árboles o incluso un tornado son sonidos distintos y asombrosos. Sin embargo, estos sonidos naturales no son nada comparados al sonido de la voz del Espíritu Santo en nuestros oídos, hablando de Jesús. Qué y cuándo escuchamos de Dios, mediante la presencia y el poder del Espíritu Santo, también es algo distinto y asombroso. Hoy día, las palabras dadas a nosotros a través del Espíritu Santo son abundantes de vida, así como fue cuando Dios dio aliento de vida a Adán y se convirtió en un ser viviente.

Fuego

Los versículos mencionados anteriormente registran que lenguas como de fuego descendieron y posaron sobre las personas en el aposento alto. La Biblia dice que Dios es fuego consumidor. Hay muchos ejemplos en el Antiguo Testamento donde el fuego representa la presencia y el poder de Dios. En los casos donde existía la santidad, el fuego no consumía el objeto, sino que continuaba ardiendo como un testimonio para que todos vieran. Si nuestro corazón es puro delante de Dios, la unción de Su espíritu arderá en nosotros y otros podrán ver que está encendida. Aquéllos que están encendidos con la llama de la unción, el amor indiscutible y desinteresado pueden arder como sacrificios vivos y demostrar el poder y la presencia del Espíritu Santo.

¿Qué obtendremos si unimos el viento y el fuego? Tenemos un poder y presencia natural y sobrenatural asombrosa. Aquí en Australia, los incendios de matorrales son una vista asombrosa. Los fuertes vientos y el fuego pueden cubrir un enorme espacio rápidamente. Desde una perspectiva espiritual, qué idea maravillosa poder avanzar el reino de Dios con el evangelio con plena fuerza —es un fuego que consume mentiras, arrogancia, infidelidad, ingratitud, elitismo, etc.

La presencia y el poder del Espíritu Santo llena y rebosa en los corazones de aquéllos que buscan Su unción. Comenzamos este escrito representando a los primeros cristianos como la primera cosecha en una viña joven, y nosotros hoy como un fruto maduro. Mencionamos anteriormente que el Espíritu Santo desea exhibir la gloria del fruto maduro que se convirtió en un vino precioso derramado sobre las naciones. Cuán glorioso y honroso es ser quebrantado y derramado cuándo y cómo le parezca útil al Espíritu Santo para el cumplimiento de la Palabra de Dios.

El Espíritu Santo descendió el día de Pentecostés sobre aquéllos que Lo estaban anticipando y esperando. Él responde de la misma manera hoy día. Aquéllos que escuchan y buscan Su presencia y poder, encontrarán a Dios moviéndose día tras día, naturalmente y sobrenaturalmente en sus vidas. Se oye hablar sobre los hechos que realizan, y su fuego no se extingue.

Como último, la comisión de la iglesia primitiva a esperar e ir, nunca fueron directrices que estaban en oposición uno del otro, sino que son procedimientos ungidos por Dios que nos preparan para funcionar bajo el poder sobrenatural del Espíritu Santo. Por ejemplo, el apóstol Pablo quería llevar el evangelio a Asia, y quería visitar a los santos en Roma. Pero cada vez el Espíritu decía, “Espera”. Y cuando ese mismo Espíritu gritó, “Ve”, Él preparó su propia ruta personal que le ayudaría a establecer iglesias a lo largo de Macedonia y Europa y terminar en Roma.

Así como con la iglesia primitiva, esperar e ir vendrá en un momento específico mientras respondemos al Espíritu Santo. Hoy día, todos debemos buscar experimentar el poder sobrenatural y estar dispuestos a movernos naturalmente, tal y como nos insta el Espíritu Santo. La frase, “Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros”, registrado en el libro de los Hechos, también debe ser un dicho común entre nosotros los discípulos modernos. Confiemos y tengamos pasión por la presencia y el poder del Espíritu Santo.

— Dennis y Carmen Casey