Un clamor desde la cruz

The Official Publication of the Church of God of Prophecy

Marsha Robinson | Assistant Editor

“Cuando vino la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? que traducido es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? Y algunos de los que estaban allí decían, al oírlo: Mirad, llama a Elías. Y corrió uno, y empapando una esponja en vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber, diciendo: Dejad, veamos si viene Elías a bajarle. Mas Jesús, dando una gran voz, expiró. Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. Y el centurión que estaba frente a él, viendo que después de clamar había expirado así, dijo: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios. También había algunas mujeres mirando de lejos, entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé, quienes, cuando él estaba en Galilea, le seguían y le servían; y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén”.

(Marcos 15:33-41)

    La descripción de la muerte de Jesús que leemos en el evangelio de Marcos es un cuadro aterrador: allí estaba un hombre mutilado y colgado en medio de otros hombres condenados mientras el mundo era cubierto por tinieblas inexplicables que no eran natural. Jesús estaba muriendo. La horrenda y ruidosa escena fue interrumpida por Su clamor de angustia. Él dijo en arameo, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Esta pregunta desgarradora le hace creer al oyente y lector que Dios Lo había abandonado. Esta pregunta también ha sido presentada en libros, canciones y clases de seminarios. Con frecuencia los sermones ofrecen las siguientes explicaciones: “Dios le dio la espalda a Jesús; Él no puede mirar el pecado; Jesús fue abandonado para que nosotros jamás lo seamos”. La tradición de santidad/pentecostal, ya sea porque ha entendido o malinterpretado la doctrina del perfeccionismo de Wesley, parece prestarse a la creencia de que Dios rechazó a Jesús. Después de todo, Jesús estaba llevando el pecado del mundo entero. Los maestros enseñaban que Dios odia tanto el pecado al punto de anular Su relación con el individuo. El versículo que con frecuencia se citaba (a medias) para apoyar este argumento se encuentra en Habacuc 1:13: “Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio”. Curiosamente, la otra parte de ese versículo confirma que Dios sí mira el mal, cuando dice: “¿por qué ves a los menospreciadores, y callas cuando destruye el impío al más justo que él?” Habacuc estaba revelando su asombro sobre esta dicotomía en la naturaleza de Dios: Dios es santo y por tanto no debe mirar el mal —entonces, ¿por qué Él mira a los que pecan? Este versículo de Habacuc no prueba de que Dios rechazó a Jesús. 

    Entonces, ¿por qué Jesús hizo esa pregunta? Consideremos el Salmo 22. Este capítulo refleja lo que Jesús experimentóen la cruz. El versículo 1 comienza diciendo: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?” Luego continúa dando una descripción detallada de lo que una víctima justa y sufriente experimentó. “Oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo” (v. 6); “Todos los que me ven me escarnecen; estiran la boca, menean la cabeza, diciendo: Se encomendó a Jehová; líbrele él; sálvele, puesto que en él se complacía” (vv. 7, 8); “He sido derramado como aguas, y todos mis huesos se descoyuntaron; mi corazón fue como cera, derritiéndose en medio de mis entrañas” (v. 14); “Como un tiesto se secó mi vigor, y mi lengua se pegó a mi paladar” (v. 15); “Porque perros me han rodeado; me ha cercado cuadrilla de malignos; horadaron mis manos y mis pies” (v. 16); “Contar puedo todos mis huesos; entre tanto, ellos me miran y me observan” (v. 17); “Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes” (v. 18). Todos estos detalles en el Salmo 22 describen lo que era una crucifixión, y fue escrito en el 1000 a.C., aproximadamente. La idea de la crucifixión no fue concebida hasta el 300-400 a.C., por los persas, 600 años después.[i] ¿Predijo el Salmo 22 la crucifixión de Jesús? ¿Describe las manos y los pies de Jesús siendo horadados? ¿Fue la vestimenta de Jesús sobre la que echaron suerte? ¿Serían todos estos detalles los de una víctima diferente, otro que sufrió? 

Una pregunta no es una sin respuesta

    Considere esto: El primer versículo del Salmo 22 identifica a Jesús como el que sufre. Un estudio de la frase, “¿Por qué estás tan lejos de mi salvación?”, revela que en el idioma original del hebreo la palabra para “salvación” es yeshua. Una traducción correcta de este versículo pudiera ser, “¿Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¿Por qué estás tan lejos de Yeshua?” El nombre de Jesús en hebreo es Yeshua. Aunque la posibilidad de que esto sea una coincidencia es creíble, encontrar aquí Su nombre pudiera ser otra piedra más que construye este Salmo 22 como una profecía relacionada a la crucifixión de Jesús. ¿Sería una coincidencia que Jesús hizo la misma pregunta que se presenta en el Salmo 22:1? ¿Estaría Él ajeno a las Escrituras hebreas? No. Es probable que Él estaba citando el Salmo 22 desde la cruz. De hecho, ¡al hacerlo, quería captar la atención de los judíos que Lo observaban y para que los cristianos tuvieran un registro de que Él sufrió todo lo que decía ahí! ¡Todo estaba profetizado en el Salmo 22! Él los estaba consolando a ellos, a nosotros, y quizás a Sí mismo con la Palabra.

    David continuó con la profecía en el Salmo 22, refiriéndose a Dios el Padre dijo: “Porque no menospreció ni abominó la aflicción del afligido, ni de él escondió su rostro; sino que cuando clamó a él, le oyó”. (v. 24) Jesús tenía todo el derecho de sentirse abandonado en la cruz. Todo el vagaje del peso por los pecados de la humanidad —pasado, presente y futuro— cayó sobre Él. “Quien llevó él mismo [Jesús] nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados”. (1 Pedro 2:24) “Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo” (1 Juan 2:2). Es cierto, Dios odia el pecado —por muchas razones. Jesús odia el pecado. Sin embargo, Él escogió ser la ofrenda por los pecados y llevar sobre Sí el castigo de todos. La misma gente por la cual Jesús llevó esa odiosa carga son los mismos que le dan, y le siguen dando, la espalda. Pero Dios no. Además, creer que hubo una separación entre el Padre y el Hijo contradice lo que dice 2 Corintios 5:19: “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo”. Como dice un himno: “Qué maravilloso es este misterio”.

    La pregunta que Jesús hizo no es una prueba de que Dios lo abandonó. Fue una pregunta, no una respuesta. Fue una pregunta razonable porque cargar con los pecados y las enfermedades hizo que Jesús, completamente humano se sintiera abandonado. La pregunta era necesaria porque indicaba el cumplimiento de las profecías del Salmo 22. El Espíritu Santo le reveló a David la crucifixión de Jesús: las palabras específicas, lo que se vio, los sonidos y las emociones. Esto fue horrible, pero fue lo que cumplió con el buen y amoroso plan de Dios para la redención. Isaías dijo: “Jehová quiso quebrantarlo” (53:10). 

Jesús malinterpretado

    Un distintivo del ministerio de Jesús fue que Él era malinterpretado. Su madre no Lo entendió (Lucas 2:48). Ciertamente los fariseos no Lo entendieron. Con frecuencia, los discípulos no comprendían lo que Él les decía. Él sanó a muchas personas y la gente decía que Él tenía un demonio. Se asoció con los pecadores y la gente Lo llamó un comelón borracho. Y ahora que estaba al final de Su ministerio terrenal, también fue malinterpretado en la cruz. “Veamos si viene Elías a bajarle”. Él fue burlado mientras colgaba con dolor y desgracia; Aquel que milagrosamente proveyó el mejor vino en la boda de Caná, ahora le era ofrecido un vino dañado para que se Lo bebiera (Marcos 15:36). Esta fue otra profecía cumplida del Antiguo Testamento (Salmo 69:21).

Consumado es

    Jesús dio una gran voz (Marcos 15:37). Juan 19:30 nos dice qué fue lo que Él gritó: “Consumado es”. El Salmo 22 concluye diciendo, “Él hizo esto”. ¿Sabe qué significa esta frase en hebreo? “¡Consumado es!” Marcos utiliza una palabra en el idioma griego, tetelestai, que esto quiere decir literalmente, “Pagado por completo”. Y entonces, Él expiró su último aliento.

El velo

    En el lugar santísimo se hallaba un velo grueso que prohibía la entrada. Cuando Jesús murió, este velo se rasgó en dos partes, de arriba a abajo; simbólicamente, Dios inició el proceso para darle entrada a cada persona ante Su presencia. La siguiente declaración en el relato de Marcos fue hecha por un centurión romano. “¡Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios!” ¡Este fue el resultado del velo rasgado! Los hombres y las mujeres tienen acceso a la presencia de Dios y, por causa de la cruz, ellos pueden reconocer a Jesús como Dios. 

Las mujeres

    “También había algunas mujeres mirando de lejos”. (Marcos 15:40) Al final de la narracción de Marcos vemos revelado los más fieles discípulos de Jesús. Eran Sus seguidoras: María Magdalena, otra María, Salomé y muchas otras mujeres. El cambio de paradigma que ocurrió en el mundo porque Jesús incluyó mujeres en Su ministerio no puede ser ignorado. Ellas Le proveyeron, y Él las reconoció y afirmó su lugar en el reino de Dios. Allí se encontraban ellas; Lo vieron morir una muerte cruenta y aterradora. Ellas son una inspiración, poderosas.

    Antes del tiempo, Dios tenía un plan para perdonarnos y santificarnos. Él cuidó de Su amado Hijo y Lo recibió al cumplirse este plan. Él mismo proveyó el camino para que Lo conozcamos y vivamos con Él para siempre. ¡Gloria al Señor!

    “Entonces, cuando éramos incapaces de entrar al reino de Dios por nuestros propios esfuerzos, ahora lo podemos lograr por el poder de Dios… Dios no nos odió, no nos hechó fuera ni nos causó mal. En cambio, Él sufrió y soportó todo. En Su misericordia, Él llevó sobre Sí la carga de nuestros pecados. Él mismo nos entregó a Su Hijo como nuestro rescate —el santo por el impuro, el inocente por el culpable, el justo por el injusto, el incorruptible por el corruptible, el inmortal por lo mortal”.[ii]        

    ¡Gloria al Señor por Su amor y favor inmerecido que nos demostró en Cristo!


[i] Alok Jha, “How did crucifixion kill?” The Guardian (April 8, 2004): accesado el 19 de diciembre, 2017, https://www.theguardian.com/science/2004/apr/08/thisweekssciencequestions

[ii] Barnabas, citado en el A Dictionary of Early Christian Beliefs (Peabody, MA: Hendrickson Publishers,1998), 93